jueves, 1 de julio de 2010

Futbol y política: el espejo perfecto

En los primeros años de Alfonsín, con militares presos, mucha ilusión y proyectos que después resultarían utópicos, era la clase media futbolera la que se imponía. Ferro, Estudiantes y Argentinos Juniors, y después Central y Newell’s. Ellos se llevaban los campeonatos, para horror de El Gráfico que, pobres, ya no sabían con qué tapa ir. Es notable cómo el paisaje político influye en el estilo de los equipos dominantes. El Huracán de Menotti, un fútbol de izquierdas –si tal cosa fuese posible– irrumpió, claro, en 1973. Y el polémico pero exitoso Boca de Juan Carlos Lorenzo, un equipo que jugaba al límite de lo permitido y algo más, explotó en 1976, cuando aquí todo era plomo y sangre. En los años 90 fue la fiesta de los más ricos: River y Boca regresaron para ganarlo todo. Ramón Díaz, otro riojano en éxtasis, motivaba a sus jugadores con camionetas cuatro por cuatro y apostaba otra, más cara, con el sonriente Mauricio Macri. Todo cambió en 2001, el fin del mundo. Y fue el turno de Racing, el rey de las crisis, hecho bolsa y empresa, coronado en la semana trágica de los cinco presidentes.

-Hugo Asch-

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